El síndrome del nido vacío

El síndrome del nido vacío es un cuadro que en mayor o menor medida afecta a todos los padres
y madres en algún momento de su vida.
Antes de la llegada de los hijos uno pasa muchos años dedicado a sí mismo; estudia, trabaja,
desarrolla aficiones y hace amistades. Solemos pensar antes de ser padres que con los hijos
mantendremos todas las cosas que forman parte de nuestra vida, pero eso es muy difícil de
conseguir. Yo me recuerdo perfectamente a mi misma antes de ser madre hablando con mi
marido de que cuando naciera nuestra hija seguiríamos saliendo de vez en cuando con nuestros
amigos, yendo al gimnasio y manteniendo nuestras aficiones. Esas maravillosas intenciones
pudimos mantenerlas durante los primeros meses de vida de nuestra primogénita. En cuanto la
pequeña pudo mantenerse sentada fue imposible seguir llevándola con nuestros amigos sin hijos.
Y qué decir de cuando llegó el hermanito. Actualmente ir uno solo a tomar algo con amigos
llevando a los niños es imposible. Si vamos los dos, generalmente uno está de pie persiguiendo
al pequeño y otro está manteniendo una conversación con la mayor mientras intenta
concentrarse en lo que le dice el adulto que le habla a la vez. Como es lógico a veces dejo a los
niños con mi marido y salgo sola o dejamos a los niños con los abuelos y salimos solos o con
otras parejas, pero, hay que admitir que ya nada es igual. Todavía me acuerdo de la última cena
de navidad de las amigas; mientras ellas me hablaban de las próximas salidas nocturnas,
previstas yo pensaba si había explicado bien a mi madre la dosis de apiretal que necesitaba el
pequeño en caso de ponerse malo. Y es que te cambia la vida y con ello tus intereses. Yo era una
mujer a la que encantaba la música, salir por la noche, viajar y me interesaban todo tipo de
temas. Ahora me considero una auténtica experta en las piscinas de bolas de Madrid, en los
métodos educativos de cada colegio y en los mejores hoteles con mini club. Creo que cualquiera
que tenga hijos sabrá de qué hablo....
El tema es que los hijos dependen de nosotros muchos años. Poco a poco cada día te alejas más
de la persona que eras antes de tenerlos y vas volcando todos tus intereses en los de ellos. Y de
repente sucede.... tus niños se van de casa. Todos los pacientes que pasan por esto me cuentan
como un trozo de su corazón se ha ido con su hijo o hija. El día que tu último hijo se independiza,
llega a la casa ese silencio que tanto se añora mientras que los niños son pequeños pero que
igualmente te come años después. Ese día hay que empezar otra vez de cero y eres igual de
novato que eras el día que te llevaste a tu bebé a casa. Muchos pacientes afirman no recordar
quiénes eran antes de sus hijos y les entiendo perfectamente; yo muchas veces siento eso mismo
y en mi caso sólo han pasado 3 años y medio. El síndrome del nido vacío consiste en un terrible
sentimiento de soledad, de inutilidad y de vacío. Hasta ahí entra dentro de lo normal y pasa a
prácticamente todo el mundo. A partir de ahí ya podemos diferenciar dos grupos; un primer
grupo que elabora el duelo y poco a poco va retomando su vida y un segundo grupo que hace
una negación e intenta ( muchas veces sin ser conscientes de ello) manipular a sus hijos para que
sigan a sus faldas. Como es lógico el ser del segundo grupo es un problema y tarde o temprano
acaba estallando, rompiéndose las relaciones familiares o como poco, deteriorándose de forma
irreversible.
Para formar parte del primer grupo y sufrir lo menos posible es importante ser respetuoso con tus
hijos, entender que son adultos y que debes mantener una relación con ellos como iguales. No
debes darles consejos constantemente ni tener actitudes paternalistas. No se deben mantener
costumbres que se tenían previamente como por ejemplo comer juntos los domingos sin
preguntar si están de acuerdo ni organizar vacaciones.
Es importante reorganizarse; igual que cuando uno tiene hijos intenta conocer gente en la misma
situación ( en el colegio, en la urbanización, etc) hay que hacer nuevos amigos o intentar retomar
amistades perdidas ( por ejemplo amigos sin hijos con los que perdiste el trato) . En caso de
seguir trabajando es el momento de dedicar las horas que no has podido dedicar antes; si hay
cena apúntate, si la gente toma algo al salir lo mismo. También puedes hacer algún curso o
Master. Si ya estás jubilado es importante realizar alguna actividad física ( como gimnasio o
piscina) y alguna actividad intelectual ( como estudiar idiomas o informática).
Por otro lado, es un momento clave para la pareja. Ahora que los niños se han ido hay que
reencontrarse. Es el momento de tener detalles con tu pareja que no has podido tener en los
últimos años. Id a cenar, al teatro, al cine y por qué no, salid a bailar y haced alguna locurilla 😜
Como conclusión deciros que como a todo en la vida, cuesta acostumbrarse pero se consigue.
Una vez que estéis adaptados veréis que la madurez tiene muchas ventajas y vuestra obligación
es aprovecharlas.
Por último, y probablemente lo más importante, decir que los hijos no se van, se los lleva la vida y
que aunque a veces no lo parezca, ellos os quieren y formáis parte de la persona que son. Ahora
su casa ya no es la vuestra, pero siempre seréis su referencia y el lugar al que acudirán cuando
necesiten apoyo, consuelo o simplemente un sitio para refugiarse.

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