La vida del estudiante

 Como cualquier médico he pasado muchos años de mi vida siendo estudiante y creo que se de
que hablo cuando digo que no es oro todo lo que reluce. Quiero aclarar antes de continuar
escribiendo que cuando hablo de estudiantes me refiero a todos aquellos que con mejores o
peores notas hacen todo lo que está en su mano para obtener los mejores resultados posibles.
Aclaro esto, porque dentro del mundo estudiantil ( igual que en cualquier profesión) también hay
mucho vago que vive a costa de los demás y da mala fama al resto.
A día de hoy he superado ( aunque no olvidado) mi época de estudiante aunque tanto por mi
profesión como por el hecho de que tengo un hermano 14 años menor que yo no he perdido el
contacto con el mundo universitario.
En septiembre empieza el curso y aunque esa época suele ser relajada, los estudiantes en su
mayoría tienen un horario de clases equiparable a cualquier jornada laboral . La diferencia con los
trabajadores es que cuando ellos salen de clase no pueden desconectar y dedicarse a su vida
personal. Ellos tienen que pasar apuntes, hacer esquemas o trabajos. Pero lo peor llega en enero,
mayo y junio ( que para los que ya peinamos canas era febrero, junio y septiembre). Durante estos
meses tienen que estudiar cantidades ingentes de temario ( que siendo francos todos sabemos
que suelen tener poca utilidad práctica) para luego en unas horas hacer frente a un examen que
valorará una persona que normalmente no te conoce, no sabe el esfuerzo que has realizado ni
hasta que punto estás preparado. Yo todavía recuerdo levantarme a las 5 de la mañana para
repasar e ir taquicardica perdida, cansada y con sensación de no acordarme de nada a hacer el
examen. Muchas veces salía bien pero otras no y esas veces que iban mal para mi implicaban
(además de tener que repetir otra vez todo el proceso de estudiarlo y volver a presentarme) el
sentir que decepcionaba a mi familia y peor aún , a mi misma.
Hoy mismo me ha venido a consulta una paciente que estudia una ingeniería. Después de la
consulta tenía examen y estaba aterrorizada por la posibilidad de suspender. Me contaba los
terribles sentimientos de culpabilidad que tenía por el hecho de que sus padres estuvieran
haciendo grandes esfuerzos por pagarle la carrera y ella no estuviera aprobando. Sus
sentimientos de desesperanza y minusvalia eran terribles. Le dije lo que pensaba, que
suspendiera o aprobara su familia debía estar muy orgullosa de ella y que ella misma debería
quererse más porque su trabajo era digno de admiración.
Por algún motivo que nunca he comprendido, en España tendemos a infravalorar el trabajo de los
demás. Así , muchos jóvenes que están haciendo grandes esfuerzos para tener estudios tienen
que escuchar frecuentemente comentarios de personas que trabajan bastante menos que ellos,
diciendo cosas como que “que bien se vive a costa de los demás”, “que los estudiantes sólo van
a la facultad a jugar a las cartas” o “que no saben lo que es la vida”. También suele pasar un
fenómeno curioso; a lo largo de los años todos pensamos que las generaciones posteriores son
“más blandos”, más inmaduros y lo tienen más fácil. Esto hace que la gente joven tenga que
convivir a menudo con cierto desprecio de sus mayores. Yo nunca he entendido esto; cada
generación tiene unas circunstancias, es cierto que la gente mayor tenía muy difícil acceder a
estudios superiores pero también es verdad que la gente joven tiene más competencia y otros
retos como los idiomas o la informática. Mi hermano y yo hemos tenido circunstancias distintas
pero cuando le veo ahora dando lo mejor de sí mismo para sacar su carrera veo lo mismo que
cuando me acuerdo de mi a esa edad: una persona esforzándose por lograr buscar un futuro.
No quiero que todo esto se malinterprete; entiendo que los exámenes son una forma de evaluar y
que son necesarios, tambien creo en el esfuerzo, en la resiliencia y no pienso que las cosas
deban ser fáciles. Lo que sí creo es que debemos ser más empaticos, valorar más el trabajo de
los demás e intentar comprender las circunstancias de las generaciones posteriores a la nuestra .
En España tenemos mucha gente joven trabajadora y válida y en lugar de infravalorarlos
debemos acompañarlos en el duro camino de encontrar su sitio en la vida. Quiero destacar
dentro de los estudiantes dos grupos que merecen especial respeto; las personas que tienen
dificultades para el aprendizaje y las personas que no cuentan con apoyo familiar . En ambos
casos demuestran una constancia y una fortaleza digna de admiración.
Por último, acabar mandando mucha fuerza a todos los que ahora estáis de exámenes, deciros
que antes de daros cuenta habréis acabado y que el esfuerzo suele tener recompensa.
Transmitirles que están aportando mucho a la sociedad y que gracias a su esfuerzo en el futuro

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